El efecto superior de la imagen

Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras, y es completamente cierto. Nuestra memoria es muy superior cuando palabras e imágenes van juntas, a cuando palabras e imágenes van por separado.

Estamos cansados de ver carteles y textos en exposiciones en los que la información (texto) va por un lado y las imágenes van por otro. Dichas imágenes y palabras chocan entre sí, creando interferencias e inhibiendo la memoria de manera espectacular.

La superioridad de la imagen se emplea en instrucciones, publicidad, textos técnicos y otros contextos de diseño que exigen recordar información de manera sencilla y precisa.

El efecto de recuerdo con imágenes es superior después de una exposición de 30 segundos. Este efecto de superioridad es más intenso con imágenes comunes y concretas, que cuando representan conceptos abstractos y cuando las imágenes son distintas entre sí.

El efecto de superioridad de la imagen aumenta todavía más cuando las personas se exponen de forma casual y el tiempo es limitado.

Este efecto se utiliza ampliamente en la publicidad, en la propaganda y en lo que más nos concierne aquí: la interpretación del patrimonio.

El visitante a zonas patrimoniales es casual y dispone de un tiempo limitado. Probablemente no más de esos 30 segundos para leer el cartel o el dispositivo ante el que se encuentra. Si las imágenes sencillas y precisas las utilizamos junto con textos fáciles de asimilar, para reforzar el concepto o idea reveladora del patrimonio, logramos el máximo efecto ante ese público casual y con tiempo limitado.

Finalmente tras la visita, el efecto de superioridad de la imagen mejora el reconocimiento y el recuerdo de una información clave.


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